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jueves, 11 de octubre de 2012

Aplausos


Aplauso: El aplauso (del latín applaudere) es principalmente la expresión de aprobación mediante palmadas, para crear ruido, y es precisamente lo que a mi mente me viene de inmediato para calificar lo vivido este pasado fin de semana en New Orleans, miles y miles de venezolanos manifestando su deseo, haciendo sentir su "voz" por medio del voto, todos orgullosos mostrando su dedo pulgar manchado de tinta, evidencia de una acción democrática.

Aplausos, a todos esos venezolanos gallardos, que con muchisimo esfuerzo lo dieron todo, su tiempo, dinero, para poder asistir a esta "fiesta". Muchos fueron los obstáculos,  el cierre del consulado venezolano en Miami significo la primera piedra en el camino, pero no impidió la movilizacion de toda esa masa entusiasta con anhelos de un futuro mejor para su país, para sus familiares que aun habitan en ese lugar tan contrastante como lo es Venezuela.

Miles de venezolanos se organizaron, muchas fueron las empresas que apoyaron, comunidades de cubanos, colombianos, argentinos, mexicanos, americanos, conmovidos por el esfuerzo, igualmente se solidarizaron al sentir  de mis compatriotas.

La palabra se queda corta al poder describir toda esa mezcla letal de alegría, amor y unidad, vi muchas lágrimas de personas al salir luego de haber emitido su voto, cual atletas tras haber ganado una presea dorada, eran aplaudidos por la muchedumbre unido a un aprobado "give me five" .

Amigos y conocidos que allí vi, todos juntos por una misma causa, anécdotas que escuchas en una larguisima cola, gente que rezaba un rosario con mucho fervor por la paz en Venezuela, debo destacar la labor del comando Venezuela en Miami, igualmente la gente de Aerovotar que fue una iniciativa creada por gente joven que a través de donaciones hechas por empresarios y particulares,  lograron volar a muchisimos venezolanos en varios charter los cuales poseían nombres alusivos como: Justicia, Paz o Democracia.

La prensa, local e internacional, todos testigos de un inmenso festejo por el solo hecho de ir a votar, con algunos personajes locales converse y atónitos quedaban al escuchar la causa de tal "tsunami" venezolano en New Orleans. Amigos comunicadores al igual que yo, que les toco la tarea de documentar por medio de imagenes el sentir, la nostalgia, muchas veces la impotencia de alguno que debió dejar atrás su terruño para ampararse en un exilio justificado.

Aplausos, no solo a lo que me toco vivir en carne propia, sino a los miles de venezolanos, los cuales algunos con mucho orgullo tengo el honor de llamar amigos y que al igual que yo optaron por la razón que fuese dejar el país y comenzar de cero adoptando una nueva realidad con sus respectivos obstáculos, ir a votar, movilizarse, viajar kilómetros ya sea en auto o avión, o quizás ir a pie, en metro, en bus, unos cuantos pasos, cambiando planes, pero que decidieron no quedarse de brazos cruzados y asistir al festín.

Si es verdad, que tantos aplausos, risas, palmadas fueron opacados ese mismo día (hora local en New Orleans, para otros el baldazo de agua fría lo recibieron al otro día, lunes), debido a los resultados obtenidos, donde nuestro candidato no gano, donde se apodero la frustracion, la rabia, y hasta la depresión.

Las horas que siguen, abundancia de la palabra escrita  llena de odio, insultos entre los mismos venezolanos, redes sociales, convirtiéndose en batallas campales cibernéticas, aquellos aplausos cercenaron, aquella alegría se disolvió, y es verdad que allí todos pertenecíamos a un mismo polo (oposicion), no cabía la discusión, o discordancia, pero no es allí donde quiero llegar, mi punto, es que esa misma alegría, ese mismo sentido del humor venezolano, nos pertenece a todos, aquí no se trata a que color perteneces, que si eres rojo, azul, color carne, todos somos hijos de una misma tierra, así muchos ahora seamos considerados los hijos pródigo.

Los aplausos deben continuar y que ese ruido de palmadas sea ensordecedor, porque somos venezolanos, somos los que nos fuimos, pero los que volvemos en alguna navidad, en algún cumpleaños, o porque no soportamos la nostalgia y tomamos el primer avión para recibir un abrazo de la familia o compartir algunos whyskicitos con amigos allí.
Los aplausos deben continuar, que la misma valentía con la que supimos enfrentar obstáculos y movilizarnos, persevere, y sea cómplice de una tolerancia colectiva, donde quepamos todos.

Venezolanos, hijos pródigos, sigamos aplaudiendo, sigamos votando, sigamos movilizandonos.

Paola Iragorri