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sábado, 16 de noviembre de 2013

Qué harás con esa voz?




Esa fue la pregunta que alguna vez me hizo una señora desconocida, corría el año 1991, tenía entonces unos 16 años, cantaba para la coral del colegio, era soprano y solista, interpretaba el tema "Panis Angelicus" de César Franck, tema ya conocido por lo menos en los corredores del colegio, algunas iglesias en mi ciudad natal Maracaibo y ahora en la capital Caracas donde para ese entonces hacíamos una pequeña gira.


Esa gira nos llevó al colegio Mater Salvatoris de la ya citada ciudad, anteriormente nos habíamos presentado en San Cristóbal. Tengo hermosos recuerdos de esos viajes con mis compañeras del coro, todas mujeres entre 13 y 17 años.

Pero comencemos desde el principio, mi madre me cuenta que cuando era muy niña sufría de fiebres altas, provocadas en su mayoría por mis amígdalas al parecer un poco grandes, se infectaban y provocaban esas altas temperaturas, mi madre nunca quiso operarlas, cuento esto, porque ella me decía que en medio de mis delirios febriles yo comenzaba a tararear canciones, al parecer la música era lo que me calmaba, ella misma me cuenta que cuando era recién nacida para dormirme no se ponía a cantar, debido a su voz ronca, sino que siempre me colocaba la radio en frecuencia modulada donde cada noche sonaban temas de obras clásicas.

Así, en medio de la radio, los clásicos, la ópera, fui creciendo musicalmente. De niña adoraba la radio, muchas veces cambiaba las barbies, los muñecos para solo sentarme y escuchar música, en inglés o español, horas pasaban y aprendía de memoria muchos de los temas que para aquella época sonaban, soñaba con algún día estar allí dentro de ese aparatico pequeño y que mi voz se escuchara en muchos sitios.

Muchas noches acostada en mi cama me visualizaba cantando en grandes escenarios, ponía mi walkman y al son de algún tema de Madonna o Cindy Lauper, me sumergía placidamente en un bello sueño.

A los 12 años, una madrugada de Diciembre, acompañé a mi madre y a mi tío abuelo Jose Luis, a una misa de aguinaldos en la Iglesia cerca de casa, para mi sorpresa ese día cantaba la coral de mi colegio Mater Salvatoris, al ver ese grupo de "niñas" cantando aquellos villancicos, supe de inmediato cual seria mi próximo reto: pertenecer al coro.

Una vez comenzada las clases, mi primer año en bachillerato, nuevo uniforme y pronto anunciaron las pruebas para elegir las nuevas integrantes de la coral. Allí estaba yo, lista para asumir el reto, recuerdo el día como si fuese ayer, varias amigas y yo nos aproximábamos al salón de música, allí se encontraba el profesor Hector, conductor del coro, frente al piano listo para escucharnos a cada una y dar su veredicto.

Una a una íbamos, el nos daba la primera nota en el piano, nos decía "sigue la nota, con un LA", a medida que el nos escuchaba subia o bajaba las notas, pronto tocó mi turno, poco a poco iba subiendo las notas y yo con cierto asombro escuchaba como podía seguirlo, incluso las mas altas, recuerdo mis nervios, pero también la satisfacción cuando me dijo que era soprano. Oficialmente era un miembro mas del coro.

 Al pertenecer a este selecto grupo, el reto vendría acompañado del compromiso y la disciplina, horas y horas de ensayo, presentaciones no solo en las comuniones y graduaciones del colegio, sino fuera de el, en iglesias, teatros, y hasta un disco grabamos en celebración del aniversario numero 25 de la institución. Un día se decidió montar la obra "Panis Angelicus" de César Franck, se hicieron varias pruebas y quedé seleccionada como la solista del tema, recuerdo la emoción, los nervios y el compromiso.

En muchas ocasiones me tocó interpretarlo, perdí la cuenta, incluso la canté en el Teatro Bellas Artes al lado del reconocido tenor marabino Jorge Quintero, la grabé para el disco de vinilo de aniversario del colegio, que aun conservo, e incluso aparecí en la televisión regional. Lo que mas recuerdo es cuando justo tocaba el momento de cantar el tema, yo tenia que adelantar unos pasos al frente de la primera fila y así sobresalir del grupo de las sopranos, recuerdo el terrible temblor en las piernas de los nervios y como nunca entendí que la voz no me saliera temblorosa en esos momentos de alta tensión.

De todas las veces que la canté, recuerdo muy en especial el día que la interpretamos en la basílica de Táriba cerca de San Cristóbal, donde su acústica excelente hacia que cada nota sonara una mas bella que la otra.

Llega el momento de graduarnos y dejar atrás el colegio para seguir con nuestras vidas universitarias y atrás queda el coro con sus uniformes rojos, las media blancas, el lazo negro para el cuello de la blusa blanca, los ensayos, el salón de música, el piano, los regaños no solo del maestro Hector sino de nuestra protectora, guía y fuerza, la hermana Vecino.

No quise, sin embargo, dejar mi canto, mi voz, me sume luego a otra coral, ahora conformada por hombres y mujeres, conducida por el maestro Victor Hugo, al conocerme, me dijo: "tu eres la solista de la coral del Mater?", le dije que si y así entré a este nuevo grupo que con el tiempo tuve que abandonar debido a mis compromisos con mi carrera, que cada vez me exigía mas tiempo.

Pasan los años, me gradúo en la universidad, sigo cantando, pero ya no en corales, ni iglesias o teatros, sino en el carro, a todo gañote, sonando al son de algún cantante o agrupación que escuchara en el momento.

Pronto cumpliría otro de mis sueños, que mi voz se escuchara y saliera de ese aparatico que llamamos radio, luego de graduarme de comunicadora social, me reúno con un colega con el cual había trabajado anteriormente en un canal de televisión regional, me propone que trabaje con el en radio y bingo!, allí estaba yo ahora en una cabina radial al principio no al frente de los micrófonos, pero eso vendría después.

Investigo y escribo noticias musicales, algo que realmente disfrutaba muchísimo, aprender de nuevas agrupaciones, nuevos géneros y compartirlos con la audiencia, me fascinaba. Un día, llega la propuesta de no solo escribir, sino dar las noticias al aire junto a mi compañero, recuerdo los nervios frente al micrófono, pero el placer es inolvidable, que mágica es la radio, no solo tuve un programa sino dos, el otro lo realizaba con gran amor y satisfacción al lado de una gran amiga del colegio e ilustrada musical, Cybele, varios domingos educábamos y acompañábamos musicalmente a un selecto grupo de radioescuchas que nos seguían fielmente, sedientos de nuevas y frescas alternativas.

La vida da muchas vueltas y es así como termino saliendo de mi país, residenciando en otro, convirtiéndome en inmigrante y mis prioridades cambian, al cambiar, muchos de estos sueños lo hacen también y se ven arrinconados a un lado o standing by, al menos por un buen rato. Me encuentro ahora en sets, trabajando en producción para comerciales de tv o vídeos musicales, no muy lejos de donde siempre he estado, solo desde otra perspectiva.

Una vez entre a unas clases de canto en el College, un curso corto, pero que me permitió al menos saborear por un rato esa nostalgia del canto, pertenecí a una coral en una iglesia que me quedaba prácticamente al frente de donde vivía, allí volví a vivir la disciplina de asistir a unos ensayos, a unas presentaciones, fue corta mi estancia allí, ya que mis compromisos laborales y sin horarios específicos me impedían cumplir cabalmente con lo que se esperaba de mi.

Años después decido realizar unos cursos de voice over, empleo correcto de la voz para comerciales, documentales o cualquier otra manifestación audiovisual que requiera una voz en off, ejercicios de respiración, algo a lo cual a estas alturas estoy bastante bien entrenada, acento neutro, dicción y modulación, fascinante mundo al cual aun no he entrado, pero que me gustaría.

La voz, mi voz, nuestras voces, para mi es algo tan importante, como apasionante, como sexy, saber usar la voz, la voz que nos dieron, el talento de comunicar, con palabras hablada o cantada, tararear, susurrar, ahora siento que estoy en ese punto de mi vida, donde esos sueños que están allí, arrinconados, standing by, pero fieles, haciéndote señas, te dicen que no los olvides, y así será, aunque sea que me vean cantando una vez a la semana en un kareoke, interpretando mis temas favoritos, en alguna fiesta cantando al lado de una guitarra compartiendo con amigos, o quien sabe, con algún programa de radio vía internet, por aquí y por allá, les haré saber…. que haré con mi voz.


Paola Iragorri









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