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viernes, 9 de junio de 2017

Carta a Paola






Estos días he estado muy vulnerable, quizás sea algo muy bueno, así espero, he pensado en tantas cosas, pero sobretodo en mis relaciones, conmigo misma y con los demás, no paro de llorar, quizás este sea un momento de auto-realización como le llaman, no lo se, no soy experta en la materia.

Para una mujer como yo que creció en una familia cariñosa pero con unos padres poco expresivos, porque a ellos tampoco nadie les enseñó, solo siento compasión por ellos, no los culpo, ya esta etapa la queme hace muchos años, o así lo creía, no crecí llena de expresiones de amor o piropos, aunque los merecía, todos nos los merecemos, crecí mas bien bajo una disciplina, con el único propósito de estudiar y ser alguien en la vida, como que si un diploma fuera a arreglar todos mis problemas, que ingenuidad no?

Hice todo lo que se esperaba de mi, estudie, me gradué y que? Pues me tuve que ir, aparentemente mi diploma no resultó ser tan efectivo. Lejos de la familia y mis afectos, se me fueron presentando otros retos, y no precisamente laborales, aunque los hubo por supuesto, mas bien retos de vida, de relaciones, del alma, de esos que ni un diploma, ni una universidad, ni un colegio te prepara, allí estaba yo, indefensa sin saber que responder o como actuar porque nunca asistí a esa clase, todo lo que aprendí, lo hice a través de libros, estudios que otros científicos o intelectuales habían hecho, todo se podía medir o comprobar, había una formula donde siempre te daba el resultado exacto, formulas que podías copiar en una chuleta y aprenderlas de memoria.

A medida que pasaron los años , los retos se fueron complicando, la vida se pone mas ruda, y es una mezcla agridulce que te levanta con aspavientos y que luego te adormece en un segundo.  Risas y lagrimas, muchas de ellas procuradas por otros, pero no por ti.

Como es posible que no creas ser merecedora de ellas? No me las procuro yo misma, solo espero que alguien lo haga por mi, no se hacerlo, nadie me enseñó, pues debo aprenderlo sola.

No te culpes por no saber como hacerlo, tranquila, lo haz hecho bien, no te apures, hazlo con calma, aquí no existen formulas ni montos exactos. Ten paciencia y siente, allí esta, tu también lo tienes y lo mereces.

Se compasiva, perdónate, pero sobretodo, cree y lo digo en serio CREE en merecerlo todo, mereces el amor, la dulzura de unas palabras dichas en el preciso momento, mereces los besos dados en un momento inoportuno, mereces los pensamientos de un extraño en Tokio, mereces las risas de un vecino gruñón, mereces que el mundo se ponga  a tus pies, mereces que te hagan el amor como si mañana estallara una tercera guerra mundial, mereces las caricias de un buen amante, mereces las risas en una primera cita, mereces las flores y los chocolates de un admirador secreto, mereces los gestos compasivos de un buen amigo, mereces el amor del que se cruce en tu camino.

Perdónate, perdona tu distancia, perdona tu orgullo mal llevado, perdona tus olvidos, perdona tu desamor, perdona aquel te amo nunca dicho, perdona esa noche que no quisiste hacerle el amor, perdona esa caricia que nunca llegaste a darle, perdona ese consejo que nunca llegó, perdona la llamada nunca hecha, perdona el abandono, perdona esa sonrisa que no devolviste, ten compasión, abrázate fuerte, llora como si no hubiese un mañana.

 Pero eso si, te pido que vuelvas, tómate el tiempo necesario, pero vuelve pronto, vuelve que te necesito, vuelve para reír a carcajadas o a llorar luego de ver una película, vuelve para amarte por completo, como lo mereces, vuelve para tomarnos un café como te gusta, vuelve para comernos tu dulce favorito, vuelve para caminar juntas, vuelve para escuchar esas canciones que te encantan pero sobretodo vuelve para cantar aquellas canciones de amor cuando te enamoras o aquellos boleros cuando el corazón está roto.

Aquí estoy,

Tu gran amor, Paola.

Carta escrita en Febrero 23, 2017





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